sábado, 12 de octubre de 2013

envejecimiento cerebral

 
Bases biológicas del envejecimiento cerebral Diversos estudios basados en el diagnóstico por la imagen y pruebas neuropsicológicas sugieren que el envejecimiento morfo-funcional cerebral comienza en edades relativamente tempranas del ciclo vital. La resonancia nuclear magnética (RNM) muestra que en la cuarta década empiezan a aparecer alteraciones típicas del envejecimiento cerebral (hiperintensidades en la sustancia blanca, atrofia hipocámpica, etc.). La densidad del cortex frontal (sustancia gris) puede comenzar a reducirse también en edades aún más tempranas. Los estudios de Launer (2005) han mostrado que el lóbulo frontal es una de las primeras áreas cerebrales que sufren el proceso de envejecimiento, y que los marcadores de deterioro cognitivo (DC) y de la enfermedad de Alzheimer (EA) pueden aparecer ya a los 40 años. Los cambios anatómicos pueden considerarse indicadores de los niveles celulares y neuroquímicos que están en la base del declinar funcional asociado a la edad. La repercusión patológica de estos cambios guarda una estrecha relación con la relevancia de las funciones cognitivas que asientan en cada zona o área alterada. Seguidamente analizaremos algunas de las características que ocurren en el sistema nervioso a lo largo del proceso de envejecimiento.

  Peso cerebral
Estudios estadísticos han mostrado que en los varones la reducción del peso cerebral oscila desde un valor medio de 1.450 gramos a los 20 años a 1.300 gramos a los 100 años. Por su parte, en las mujeres la reducción va desde los 1.300 a los 1.200 gramos en el mismo periodo de tiempo. Estos valores indican que el peso cerebral sufre, asociado al envejecimiento, una disminución de aproximadamente un 10% de su peso desde que se alcanza la edad adulta.
La reducción del peso se debe a una disminución del parénquima cerebral por pérdida de celularidad (las neuronas de algunas regiones disminuyen en número), acortamiento de las prolongaciones celulares, fundamentalmente las dendritas reducen su distribución topográfica y se acortan, y además se produce una disminución del flujo vascular por aterosclerosis. Estos procesos en conjunto determinan la disminución del peso cerebral a lo largo del proceso de envejecimiento.

 Pérdida de neuronas
Las neuronas son células fijas pos mitóticas que han perdido la capacidad de dividirse y por ello se encuentran sometidas a procesos de acumulación de daños a lo largo de su vida funcional. El estrés oxidativo (Capítulo 7) por acción de los radicales libres de oxígeno producidos fundamentalmente en las mitocondrias y la acción del óxido nítrico (NO), gas difusible que actúa en algunas poblaciones neuronales como un neurotransmisor, causan daños irreparables en las neuronas que activan sus procesos de apoptosis (Emerit et al., 2004).
Con el envejecimiento hay algunas regiones del SNC que pierden numerosas neuronas (Figura 1) en su parénquima, mientras que otras no sufren ningún cambio de tipo cuantitativo, aunque se puede producir una cierta atrofia celular. Entre las regiones que presentan una pérdida marcada de neuronas se encuentra el locus coeruleus (neuronas catecolaminérgicas), la sustancia negra (neuronas dopaminérgicas), el núcleo basal de Meynert y el hipocampo (neuronas colinérgicas). La pérdida de neuronas dopaminérgicas (sintetizan el neurotransmisor dopamina) ocasiona la enfermedad de Parkinson y el deterioro cognitivo asociado a ella. La pérdida de neuronas colinérgicas (sintetizan acetilcolina) está en la base del deterioro cognitivo asociado a la EA. 
También las neuronas a medida que envejecen acumulan lipofuscina en su citoplasma, que como ya hemos comentado (Capítulo 5) representa el resultado de la degradación incompleta de restos de mitocondrias auto digeridas. Este pigmento del envejecimiento parece que aunque no altera la funcionalidad neural, si su acumulación es muy notable puede causar un daño celular irreparable que conduce a la muerte neuronal.
Pérdida de dendritas y sinapsis
Con el envejecimiento, además de la pérdida de neuronas, las remanentes sufren un proceso de “desnudado” que implica la pérdida de algunas de sus prolongaciones, la reducción de su árbol dendrítico y la consiguiente disminución del número de sinapsis que sobre ellas se establecen. El estudio de las espinas dendríticas de las neuronas corticales ha mostrado una reducción significativa de estas unidades morfo-funcionales con el envejecimiento. Esta reducción determina una mengua en la actividad bioeléctrica de las neuronas (bien sea excitadora o inhibidora), lo que conlleva una alteración en los circuitos cerebrales en los que ellas actúan (Figura 2).
figura_14.2
Figura 2. Se muestran las hipotéticas vías de alteración morfológica de las neuronas del SNC. Tras alcanzar su estado adulto (1) las neuronas si son estimuladas por el ejercicio mental pueden mantener su morfología a lo largo de la vida adulta (2) e inclusive, en condiciones óptimas, hasta el envejecimiento (3). En condiciones normales las neuronas desde la vida adulta hasta el envejecimiento siguen la vía (4), perdiendo algunas de sus prolongaciones y reduciendo su árbol dendrítico. En condiciones patológicas las neuronas continúan una vía de degeneración (5) que puede alcanzar su máximo exponente en enfermedades neurodegenerativas como la enfermedad de Alzheimer (6) (adaptado de Scheibel).
 Cuando se produce una continua estimulación cognitiva durante el envejecimiento, la reducción en el número de neuronas y sus dendritas es poco significativa, pero si existe una falta de estimulación cognitiva o un deterioro causado por una patología subyacente, la reducción del número de neuronas, la atrofia de las remanentes y la pérdida de sinapsis puede ser muy marcada.
Un mecanismo que trata de compensar la reducción del número de sinapsis es la denominada reacción de sinaptogénesis, por la cual las neuronas remanentes tratan de incrementar las conexiones con las vecinas. Este mecanismo se cree está en la base del mantenimiento de las funciones cognitivas en las personas mayores que no padecen ningún tipo manifiesto de deterioro cognitivo (DC). Como ya hemos comentado el ejercicio cognitivo de estimulación cerebral ayuda a mantener las sinapsis neuronales.
  Alteración en la neurotransmisión
Las neuronas poseen diferentes moléculas (neurotransmisores) que utilizan en las sinapsis de tipo químico. Los neurotransmisores más frecuentes son: acetilcolina, dopamina, adrenalina, serotonina y el ácido gamma-amino butírico (GABA). Las alteraciones en la síntesis y liberación de estos neurotransmisores originan, a lo largo del proceso de envejecimiento, una disfunción en los circuitos sinápticos en los cuales están implicados. Además se sabe que la actividad cerebral se basa en un equilibrio muy fino entre los niveles de los diferentes neurotransmisores, de tal manera que la reducción de uno de ellos ocasiona un desbalance que desencadena una disfunción neural.
Con el envejecimiento se produce una alteración de los receptores específicos para cado uno de los neurotransmisores y también de las moléculas encargadas de su destrucción y reciclaje una vez han ejercido sus funciones biológicas. Por lo tanto la correcta actividad de síntesis, liberación, unión al receptor y la final inactivación del neurotransmisor juegan un papel fundamental en el proceso de actividad sináptica. De esta manera se entiende que un deterioro cognitivo elevado como es el que ocurre en la EA se trate de paliar suministrando a los pacientes fármacos que ayuden a incrementar la actividad de las sinapsis colinérgicas inhibiendo las enzimas que destruyen el neurotransmisor acetilcolina (acetilcolinesterasa) en las sinapsis colinérgicas.
  Incremento de células gliales
Asociado a la mayor o menor pérdida de neuronas se une un incremento de las células gliales (gliosis) que trata de compensar la reducción neuronal. Esta gliosis reactiva al envejecimiento es un proceso fisiológico de compensación. El tipo de célula glial que suele incrementarse con el envejecimiento son los astrocitos (astrocitosis), mientras que las células de micro glía no suelen variar en número.
  Disfunción vascular
La micro circulación vascular sanguínea en el sistema nervioso central (SNC) tiene como principal característica la presencia de la barrera hemato-encefálica (BHE), que regula de una manera muy precisa el paso de moléculas desde el torrente sanguíneo al parénquima cerebral (Capítulo 12). Con el envejecimiento las alteraciones en las paredes arteriales reducen el flujo de sangre a los órganos de la economía en general y al cerebro en particular. Esta reducción en el aporte de nutrientes y oxígeno determina junto a los factores anteriormente comentados una reducción en el trofismo neuronal y en la actividad bioeléctrica cerebral.
Bibliografía.

3 comentarios:

  1. el envejecimiento cerebral es un proceso progresivo y universal que acontece en todos los seres, proceso degenerativo, intrínseco, es difícil precisar el momento que un ser vivo empieza el proceso de envejecimiento. por otra parte este hace mención a declinar todas las funciones físicas, mentales,psicológicas y orgánicas.

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  2. SENEIS PADILLA. El envejecimiento cerebral se puede definir como la pérdida de la capacidad de adaptación a cualquier cambio, aguda o crónica, necesaria para una vida de relación normal.

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  3. SENEIS PADILLA. La disminución del metabolismo de glucosa que se observa en el envejecimiento se correlaciona con alteración en la síntesis y liberación de acetilcolina, cambios en la captación de glutamato, aumento en radicales libres, alteración en la homeostasis del Ca++ citosólico y sus niveles extracelulares, y cambios en la estructura de la membrana neuronal.

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